Pero quedarse congelado, aturdido, paralizado por el miedo, es una reacción involuntaria común de nuestro cuerpo, aunque pelear o salir corriendo nos parezca, en frío, lo más adecuado.
Esa respuesta cerebral tiene un nombre: inmovilidad tónica.
En los animales se considera una reacción evolutiva de adaptación ante el ataque de un depredador, cuando la resistencia no es posible y no hay otros recursos disponibles.
Pero si bien ha sido ampliamente observada en animales, todavía no ha sido muy estudiada en humanos.
Los expertos lo describen como un estado temporal de inmovilidad motora en respuesta a una situación de miedo extremo y tanto psicólogos como psiquiatras creen que se da con frecuencia en casos de violación y de otros eventos traumáticos, como maltratos, atracos, agresiones o accidentes graves.
Parálisis durante una violación
Esta respuesta cerebral involuntaria es consecuencia de nuestro programa evolutivo, como una estrategia básica de defensa .
Según explica el psicólogo del departamento de psiquiatría de la Universidad de Harvard James W. Hopper en un artículo para el Washington Post, en medio de un ataque lo que domina es “el circuito cerebral del miedo”.
“El córtex prefrontal (o corteza prefrontal, la región que nos permite pensar racionalmente) puede quedar gravemente inabilitada y todo lo que nos queda pueden ser reflejos y hábitos“, escribe en un artículo de 2015 titulado “Por qué muchas víctimas de violación no pelean ni gritan”.
De hecho, explica el psicólogo, gran parte del entrenamiento militar de los soldados, a base de rigurosas repeticiones, está orientado a sobreponerse al miedo y a establecer hábitos de comportamiento frente a situaciones potencialmente traumáticas, como un ataque del enemigo.
Un estudio reciente del Instituto Karonlinska de Suecia halló que la inmovilidad tónica puede ser más común de lo que se pensaba en los casos de violación.
La investigación, publicada en 2017 en la revista Acta Obstetricia et Gynecologica Scandinavica, estudió los casos de casi 300 mujeres que acudieron a una clínica de emergencia para víctimas de violación en Estocolmo.
Los resultados muestran que el 70% de las víctimas experimentó este tipo de parálisis, y un 48% lo hizo en un grado “extremo“.
La investigadora líder de este estudio, Anna Moller, cree que estos datos son útiles para situaciones legales en las que la falta de resistencia o pasividad de la víctima ante una agresión sexual pueden ser claves para el caso o para una sentencia.
En Francia esta respuesta cerebral de parálisis se conoce como sideration, que se traduce al español como estupefacción, y desde 2013 forma parte de las materias que estudian los jueces en la Escuela Nacional de Magistratura.
Otros mecanismos cerebrales ante el miedo
La disociación es otra respuesta refleja común de nuestro cerebro ante una situación traumática.
Es más común que la inmovilidad tónica y se caracteriza por una sensación dominante de irrealidad, de estar desconectados de las terribles emociones y sensaciones de lo que está pasando.
También es común durante las agresiones sexuales: las personas que lo sufren pueden recordar los hechos casi como si los observara o le pasaran a otra persona.