Theresa Bartram, de 50 años, proveniente de Brighton, Inglaterra, que se sometió a una cirugía para mejorar su vida sexual, contó cómo la operación le provocó que le salgan dientes en su vagina, que luego mordieron el pene de su marido.
La británica sufrió de incontinencia urinaria después de dar a luz y a partir de entonces comenzó a tener falta de confianza en la cama. De hecho, pasaron siete años en los que Theresa no tuvo relaciones sexuales.
Ante esta situación, la mujer finalmente decidió operarse. La cirugía consistió en levantar su vejiga utilizando una malla de plástico llamada cinta transvaginal, y así poder detener la pérdida de líquido.
Afortunadamente, el procedimiento salió bien y la mujer pudo volver a tener relaciones como nunca antes. Sin embargo, dos años después, su vagina casi devora el pene de su marido. “Es como que le crecieron dientes. Su pene sangraba por todos lados. Después de eso él –su marido- le comenzó a tener miedo a mi vagina”, dijo Bartram.
Theresa estaba convencida que las lesiones habían sido provocadas por la malla que podía sentir en su interior. De todas maneras, cada vez que iba al médico le decían que la cinta transvaginal funcionaba correctamente.
Unos meses más tarde la mujer se despertó con el estómago hinchado, fuertes dolores, diarrea y vómitos. Además, había notado una considerable disminución en su estado de salud. Esta vez, su médico de cabecera la diagnosticó con síndrome de intestino irritable.
Años más tarde, y después de haber pasado por más de 25 doctores, cuando su vagina comenzó a librar un pus verde y un olor nauseabundo, recién en ese momento la examinaron adecuadamente.
Según le explicó un médico, la malla, que se había colocado mal desde un principio, necesitaba ser eliminada con urgencia ya que había traspasado la pared vaginal provocando una infección. “Me dijeron que este sencillo procedimiento iba a curar mi incontinencia e iba a mejorar mi confianza en la cama, pero la verdad es que arruinó mi vida. Podría haberme matado”, dijo Theresa.
Finalmente, los médicos retiraron la malla y lograron curar la infección. “Estoy contenta porque ya no siento más dolor, pero mi vagina quedó destrozada”, concluyó.
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