Durante esta fase del sueño, la actividad cerebral es similar a la del cerebro despierto, con algunas diferencias muy importantes. Una de las principales es que, durante la fase REM, las áreas del cerebro que transfieren los recuerdos al almacenamiento a largo plazo -así como las propias áreas de almacenamiento a largo plazo- están relativamente desactivadas, señala Deirdre Barrett, investigadora del sueño en la Facultad de Medicina de Harvard. Esto puede ser un efecto secundario del papel de la fase REM en la consolidación de la memoria, según un estudio publicado en 2019 en ratones en la revista Science.
Las áreas de memoria a corto plazo están activas durante el sueño REM, pero esas solo se aferran a los recuerdos durante unos 30 segundos. De tal forma que, para recordar un sueño, por lo general, hay que despertarse del sueño REM, indica Barrett. Si, por el contrario, se pasa a la siguiente fase del sueño sin despertarte, ese sueño nunca entrará en la memoria a largo plazo.
El sueño REM se produce cada 90 minutos aproximadamente y se alarga a medida que se prolonga la noche. El primer ciclo REM de la noche suele durar sólo unos minutos, pero al final de una noche de ocho horas de sueño, una persona suele haber estado en la fase REM durante unos 20 minutos, dice Barrett.
Por eso, la correlación más fuerte referente a la memoria de los sueños es el número de horas que se ha dormido. Al dormir solo seis horas, se tendrá menos de la mitad del tiempo de sueño de una noche de ocho horas. Esas últimas horas de sueño son las más importantes para soñar. Y la gente tiende a recordar el último sueño de la noche, el que tiene justo antes de despertarse.
Rasgos que influyen en recordar los sueños
Según un meta análisis de 2008, las mujeres tienden a recordar algunos sueños más que los hombres. Los jóvenes recuerdan más sueños que los mayores, según han demostrado múltiples estudios. La memoria de los sueños aumenta en los niños a partir de la edad en que pueden comunicarlos, se estabiliza entre los primeros años de la adolescencia y los primeros de la veintena y luego disminuye muy gradualmente en los adultos durante el resto de su vida, afirma Barrett.
Sin embargo, hay muchas diferencias individuales en la memoria de los sueños. Algunas personas casi nunca recuerdan un sueño, mientras que otras recuerdan varios cada noche. Las personas más introvertidas y centradas en sí mismas tienden a recordar más sueños, apunta Barrett, mientras que las más extrovertidas y orientadas a la acción tienden a recordar menos.
La imaginación y la susceptibilidad a la hipnosis también están relacionadas con el recuerdo de los sueños, al igual que la creatividad. En general, según un estudio de 2017, el recuerdo de los sueños y el interés por ellos parecen estar vinculados a la apertura a la experiencia, un rasgo de la personalidad caracterizado por el deseo de probar cosas nuevas y explorar ideas inusuales.
Unos pocos estudios que han investigado los sueños lúcidos -sueños vívidos que el soñador recuerda muy bien y de los que siente que tiene el control- sugieren que algunas áreas del cerebro vinculadas a la atención están más activas en las personas que recuerdan más sueños, lo que indica que las diferencias neurológicas básicas pueden desempeñar un papel.
"Algunas personas no prestan tanta atención a sus sueños mientras están ocurriendo como otras, simplemente en términos de la acción cerebral que se está produciendo", afirma Barrett.
Entrenar al cerebro para recordar
Sin embargo, es posible entrenar al cerebro para que recuerde más de los sueños, dice Leslie Ellis, asesora clínica en la Columbia Británica y autora de A Clinician"s Guide to Dream Therapy: Implementing Simple and Effective Dreamwork (Routledge, 2019). Ella aconseja a los clientes que quieren recordar sus sueños que se tomen un momento al despertarse, antes incluso de mover el cuerpo, para pensar en lo que acababan de soñar y recordar todo lo posible. De este modo, el sueño pasa de la memoria a corto plazo a la memoria a largo plazo.
"Escríbalo enseguida, y entonces lo tendrá ahí", dice Ellis, "porque en la mayoría de la gente se escapan a menos que se registren deliberadamente".
En la cultura occidental, los sueños suelen considerarse absurdos, afirma Ellis. Aunque a veces pueden no tener mucho sentido, a menudo insinúan emociones que las personas están procesando en su vida. "Soñamos con cosas que no queremos ver", afirma. "Durante el día, podemos reprimir muchas de esas cosas, pero los sueños las sacan a la superficie".
ee (Scientific American)